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Alpuy, Julio Uruguay
Julio Uruguay Alpuy nació en Cerro Chato (Tacuarembó, Uruguay) el 29 de enero de 1919.
Fue escultor, pintor y grabador. Es uno de los representantes más conspicuos de la Escuela del Sur y del Universalismo Constructivo y un original creador de maderas y relieves en lenguaje propio. Perteneció a un hogar muy humilde y tuvo escasa instrucción formal antes de conocer a Joaquín Torres García. Cuando conoció a Torres García sólo había visto una exposición en su vida, por azar y sin preparación previa: se trataba de una muestra de José Cúneo en la que estuvo toda una tarde. Gracias a esa experiencia Julio Uruguay Alpuy se compró lápices, crayolas, tinta china y papeles, y se abocó a dibujar sin cesar, encerrado en su cuarto, sin mostrar su trabajo a nadie; lo hacía de manera muy naíf, en forma solitaria, luego de largas jornadas de trabajo y estudio, y sin pensar en lo artístico como una profesión: era una manera de reflejar su deslumbramiento ante la exposición y una necesidad expresiva imperiosa. Recién mucho más tarde y gracias a su contacto con Torres García comenzaría a concebirse como artista.
En 1950 Julio Uruguay Alpuy viajó a Buenos Aires y completó varios álbumes de apuntes de la ciudad en tinta y acuarela. Julio Alpuy se integró a las clases de Joaquín Torres García (1874–1949) en 1940, antes de la creación del Taller Torres García (TTG). Se sumó a un grupo de jóvenes entusiastas con inquietudes creativas pero sin formación previa y se transformó en uno de los partidarios más devotos, incondicionales y fieles del maestro en aquellas clases realizadas en la calle Abayubá (Montevideo, Uruguay). Tiene una amplia serie creativa dentro del lenguaje del Universalismo Constructivo.
Luego de la muerte de Torres García en 1949, Julio Uruguay Alpuy continuó en el sendero del Taller, si bien no pasó mucho tiempo antes de que comenzara a transitar un camino personal. En el proceso de búsqueda autónoma tuvo que desprenderse de la excesiva admiración por su maestro, de la dependencia del TTG y del espíritu de clan imperante en el grupo.
Las iniciativas de Julio Uruguay Alpuy para lograr un lenguaje propio se vieron estimuladas por una serie de viajes realizados en la década del cincuenta que culminaron con su alejamiento definitivo de Uruguay. Entre 1951 y 1953 viajó a Europa y el Cercano Oriente, en 1957 viajó a Chile y luego a Bogotá radicándose en Colombia, país en el que residió desde 1957 hasta 1959; luego se estableció en Venezuela durante un año y finalmente partió hacia Nueva York (1961).
Se encontraba en plena búsqueda de un camino personal; tenía la sensación de vivir en un laboratorio, sobre todo durante su estadía en Bogotá (Colombia). El cambio de cultura, la confrontación con otras costumbres, el encuentro con alumnos y profesores de la Escuela de Bellas Artes, lo predispusieron a una mayor apertura a lenguajes nuevos. La ciudad de Bogotá era, entonces, un ambiente particularmente incitante, ya que contaba con la presencia de la crítica y agitadora cultural argentina Martha Traba, quien residió en Colombia entre 1954 y 1969, transformando el ambiente artístico de manera radical a través de una fructífera carrera docente, museística, periodística y televisiva.
Los primeros cambios notorios en su lenguaje se produjeron en Colombia y estuvieron constituidos por la evasión de la ortogonalidad, el diálogo con una suerte de lenguaje neo cubista, la elevación de la paleta, el uso de colores ajenos a la tradición del Taller (fascinación por intensos amarillos, azules y verdes) y el desarrollo de un planteamiento compositivo generado con puntos de fuga múltiples, y el empleo de diagonales. De esa forma Julio Uruguay Alpuy se sentía inmerso en un proceso de metamorfosis.
A pesar del clima estimulante que lo rodeaba en Colombia y de su experiencia venezolana, temía enquistarse; pensó que al trasladarse a ciudades cosmopolitas como París o Nueva York obtendría nuevos impulsos. Se decidió finalmente por Nueva York (USA) al obtener una beca de la New Chol of Social, consideró que allí había condiciones particularmente favorables para el desarrollo creativo. Tal vez operó como incentivo el saber que en esa ciudad contaba con la presencia de su colega y amigo Gonzalo Fonseca, otro integrante del TTG, quien residía en Nueva York desde 1957.
Al llegar a Nueva York (USA), Julio Uruguay Alpuy se deslumbró con la variedad de exposiciones y museos; lo fascinó la posibilidad de libertad y autonomía, y el no tener que depender de un círculo estrecho. Si bien mantuvo amistad con artistas latinoamericanos y con miembros del TTG como Gonzalo Fonseca, que vivía en Nueva York o residían temporalmente allí, como era el caso de Augusto Torres y, en los comienzos de la década del setenta, de José Gurvich.
También lo fascinó la urbe y, como tenía experiencia sólida en paisajismo urbano, comenzó por pintar las escenas neoyorquinas, creando varios cuadros con esa temática. Pero luego se cuestionó esa postura y, según relata, atravesó por un período de angustia; finalmente encontró un nuevo estímulo durante una estada con Fonseca en East Hampton, en un marco natural, y en una residencia que poseía un granero con todo tipo de herramientas y materiales naturales.
Cambiar de material fue fundamental para encontrar el nuevo camino. "Esa fue la salida", dijo. Adoptó la madera como soporte y decidió dedicarse al relieve. La otra decisión importante fue alejarse de lo urbano: "venía mirando para afuera y decidí mirar para adentro" sostiene Alpuy. Entonces comenzó a explorar otra temática.
Tal fue el deslumbramiento de Julio Uruguay Alpuy, que dejó de pintar grandes telas y abandonó el óleo, dedicándose casi con exclusividad a las maderas incisas durante trece años, aunque no hay que olvidar que como parte de ese proceso, desarrolló las formas en témperas, acuarelas y numerosos dibujos
La década del sesenta fue una etapa particularmente fértil para Julio Uruguay Alpuy, ya que a través del trabajo en madera llegó a ese sendero singular que estaba buscando con ahínco. Fue una época de oro dentro de su trayectoria y creó, sobre todo entre 1962 y 1969, una notable serie de relieves que se encuentra entre lo más destacado de su producción, hablan de un mundo primigenio, del génesis, de la tierra, de la pareja universal, del cosmos, del amor a la naturaleza.
A partir de 1969 el artista comenzó a abordar sus temas de manera diferente, sobre todo en los relieves: dulcificó las formas, comenzó a utilizar una paleta más suave y aumentó progresivamente la representación figurativa. Más adelante ese planteo se proyectaría en la pintura.
Luego de la etapa de maderas, acuarelas y dibujos de los años sesenta, Julio Uruguay Alpuy volvió a la pintura, al tiempo que abordó otras técnicas sin abandonar del todo la madera. El cambio se produjo en 1975 y en esa tendencia continúa hasta el día de hoy. Predominan en su pintura las imágenes de la pareja, de la naturaleza y las escenas en el Edén. Se trata de una pintura más explícita y narrativa, menos sugerente, en la cual los temas se evidencian con facilidad. En ella ocupa un lugar importante el jardín del Edén: figuras naturalistas encerradas en formas envolventes y la pareja humana repitiéndose una y otra vez en la misma composición.
La mujer, tema que antes abordaba en forma abstracta, aparece de manera muy explícita, tanto en pintura como en dibujos y acuarelas y, fundamentalmente, en la serie de desnudos femeninos recostados (1975) y en una serie de retratos y desnudos de los años ochenta.
En la década del setenta creó una serie muy interesante de grabados, estimulado por Luis Solari, quien entonces residía por largos períodos en Estados Unidos, y de quien ya era amigo desde los años cincuenta. En ese proceso, fueron importantes la ayuda técnica de Glauco Capozzoli y los contactos con Raúl Pavlotzky, ambos profundos conocedores del lenguaje del grabado. También realizó una excelente serie de témperas en 1972. Los grabados y las témperas se encuentran entre lo más destacado de este período. A partir de 1975 retornó ocasionalmente al relieve y la escultura en madera prosiguiendo hasta hoy su actividad creativa.
Ganó la medalla de plata en la Primera Bienal Americana de Artes Gráficas que se realizó en Cali (Colombia). Ganó la beca de la National Endowment for the Arts (1983), otra de la New York Foundation for the Arts (1987), y en 1990 la de la Adolph Gottlieb Foundation.
En 2005 fue declarado ciudadano ilustre de Montevideo y el Correo de Uruguay editó un sello postal en homenaje a Alpuy, reproduciendo un fragmento de su mural "Oficios" ubicado en el Liceo Dámaso Antonio Larrañaga (Montevideo, Uruguay).
Exposiciones individuales (selección):
1998- Arte BA, Cecilia de Torres, Ltd., New York (USA).
1997- Viajes de Julio Alpuy, Sydney Mishkin Gallery, Baruch College, New York (USA).
1997- Obras sobre Papel, Cecilia de Torres, Ltd., New York (USA).
1994- Cecilia de Torres, Ltd., New York (USA).
1989- Galería Palatina, Buenos Aires (Argentina).
1988- Galería Diálogo, Bruselas (Bélgica).
1988- Walter F. Maibaum Fine Arts, New York (USA).
1985- Museum of Contemporary Hispanic Art, New York (USA).
1983- Museo Rayo, Roldanillo-Valle (Colombia) "Geometría Orgánica".
1982- Galería Vermeer, Buenos Aires (Argentina).
1980- Galería Sarmiento, Buenos Aires (Argentina).
1978- Galería La Trinchera, Caracas (Venezuela).
1972- Center for Inter American Relations, New York (USA), Exposición de Obras en Madera.
1971- Galería Losada, Montevideo (Uruguay).
1969- Zegri Gallery, New York (U.S.A.).
1965- University of Massachusetts. Amherst (U.S.A.).
1964- Walter Thompson Company, New York (U.S.A.)
1960- Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá (Colombia).
1959- Fundación Eugenio Mendoza, Caracas (Venezuela).
1958- Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá (Colombia).
1956- Sociedad Amigos del Arte, Montevideo (Uruguay).
1948- Viangalería, Buenos Aires (Argentina).
Exposiciones colectivas (selección):
1996- Universal Constructivism & The School of the South, Art Museum of the Americas, Wash., D.C. The Still Life, Cecilia de Torres, Ltd., New York (USA).
1996- Le Cerde de Torres-García, Zabriskie Gallery, París (Francia).
1996- El Espiritu de la Pintura Latino-Americana, Asoc. American, Artists Gal., New York (USA).
1996- Latin Víewpoints, Nassau County Museum of Art, Roslyn, New York (USA).
1996- TTG, Praxis Gallery, New York (USA).
1995- 65 Years of Constructívist Wood, Cecilia de Torres, Ltd., New York (USA).
1994- Torres-García y la Escuela del Sur, Quinta Galería, Bogotá (Colombia).
1993-91 The School of the South, El Taller Torres García and its Legacy, Centro de Arte Reina Sofia, Madrid (España)
1993-91 The Archer M. Huntington Art Gallery, Austin, Texas (USA)
1993-91 Museo de Monterrey, México
1993-91 The Bronx Museum, New York (USA)
1993-91 Museo Rufino Tamayo, México.
1991- Cirde and Square, Geometric Abstraction and Constructivism in the Americas, 1934-1950, Kouros Gallery, New York (USA).
1986- Torres-García and his Legacy, Kouros Gallery, New York (USA).
1986- 4 Scheler Von Torres García, E.R Gallery, Düsseldorf (Alemania).
1985- Mira, Museo del Barrio, New York (USA).
1983- Cuatro Artistas Uruguayos, XVII Bienal de Sao Paulo (Brasil), Comisión Nacional de Bellas Artes.
1979- Window to the South, Henry Street Settlement, New York (USA).
1978- Arte Iberoamericano, Museo de Bellas Artes, Caracas (Venezuela).
1977- Recent Latin American Drawings, 1969-76, International Exhibition Foundation, Washington D.C.
1973- New Latin American Painting, Queens County Art Museum, New York (USA).
1973- Tropic of Cancer-Tropic of Capricorn Contemporary Latin America Art, University of Massachusetts, Amherst, Ma (USA).
1972- Modern Latin American Art, Columbia University, New York (USA).
1971- Selected Works from Latin America, Stamford Museum, Stamford, Connecticut (USA).
1970- Universalismo Constructivo, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires (Argentina).
1961- Taller Torres-García, the New School, New York (USA).
1956- Jonges Schilders uit Uruguay, Stedelijk Museum, Amsterdam (Holanda).
1953- II Biennial, Museum of Modern Art, Sáo Paulo (Brazil).
1961-42 Taller Torres-García todas las muestras colectivas en Uruguay y en el extranjero, incluyendo en 1950, PanAmerican Union Exhibition, Washington D.C. (USA).
Su obra se encuentra en colecciones públicas como ser el Museo Nacional de Artes Visuales (Montevideo, Uruguay), Archer M. Huntington Art Gallery (University of Texas at Austin), The Bronx Museum (New York, USA), Museum of Tel Aviv (Israel), Museum of Trenton (New Jersey, USA), The J. M. Kaplan Foundation Collection (USA), The Nelson A. Rockefeller Collection (USA), Banco de la Republica y Biblioteca Àngel Arango (Bogotá, Colombia).
Julio Uruguay Alpuy falleció el 5 abril de 2009, a los 90 años.
Revista Galería Daniela Bluth 09/06/05
“Estamos en una época cien por ciento materialista que tiene el arte que se merece: horroroso”
Una señora entra a la casa de diseño Meridiano preguntando por unos muebles. Mientras recorre el local nota un revuelo inusual, posa la vista sobre una chica con filmadora y otra con grabador. Mira curiosa, pero no se percata de que allí, sentado en un sillón de líneas minimalistas y chillón color rojo, está el artista plástico Julio Alpuy, uno de los principales discípulos de Joaquín Torres García. Quizás porque su rostro, con ojos pequeños y fina nariz, no es tan conocido como su obra, que sigue al pie de la letra las líneas del maestro del constructivismo uruguayo. Este artista de 86 años, que habla con la soberbia de quien ya está de vuelta y la ternura de un hombre mayor, no tiene ganas de repetir las mismas anécdotas de siempre ni pelos en la lengua a la hora de juzgar el arte actual. A grandes rasgos, todo le parece horroroso, y por eso prefiere quedarse en su casa- taller del Soho neoyorquino -donde vive hace más de 30 años- pintando, esculpiendo y transmitiendo sus conocimientos a sus discípulos. Tras seis años sin exponer en Uruguay, hoy jueves 9, en la galería Oscar Prato, Alpuy inaugura una muestra que incluye unas 60 acuarelas y varias esculturas y obras en madera. Además, aunque él le reste importancia, de su paso por Montevideo también se lleva un nuevo título: fue nombrado Ciudadano Ilustre.
Siempre que viene a Uruguay lo hace por bastante tiempo, pero esta vez son sólo tres semanas. ¿Por qué?
Porque a esta altura de mi ida mi interés se concentra sólo en mi trabajo y viajando no se trabaja, se pasa bien. A esta altura uno tiene que aprovechar el tiempo.
En que ha estado trabajando últimamente en New York?
Estoy trabajando con escultura en madera, tallando obra a gran escala, de más de un metro y medio de alto. En la exposición de la galería Oscar Prato va a haber mucho en madera, pero no obra reciente sino piezas de los años 60. No exponía desde la retrospectiva en el Subte, en 1999, que fue la gran retrospectiva de mi vida. Su importancia radicó en que fue como análisis de todo lo que hice en la vida, ahí pude darme cuenta de que pese a haber hecho cosas tan diferentes, todas estaban ligadas por una idea. Y eso es lo que tiene que tener un artista: si no tiene eso, kaput.
¿Cuál es esa idea?
Toda mi obra tiene una unidad. ¿Porque yo fui al Taller de Torres García? Porque cuando lo oí y vi su arte, supe que tenía mucho que ver con mi ideal. Para la gente el constructivismo es la pintura de Torres García, pero no, el constructivismo es una idea abstracta. Cézanne, el Cubismo y los grandes maestros son constructivos. Todos esos principios, apenas los entendí, los adopté. Después, cuando comencé a pintar y a exponer, aparecieron mis intuiciones. Entonces puse todos esos principios en mis intuiciones; y eso es lo mío, ése soy yo. Con el correr del tiempo, que trae experiencia y sabiduría, esa intuición se va convirtiendo en algo que te guía en un mismo camino y se fortalece con los años.
Antes de morir, Torres García le dijo que hiciera lo que hiciera en la vida, “nunca descuidara dibujar del natural”. Tiene que ver con esos principios de los que habla?
Lo que me dijo Torres es que nunca abandone la realidad, aunque haga las cosas más abstractas. Y lo aplico porque creo más en eso. Es una ley que todo el mundo debería seguir, y los que no lo sigan hacen cosas que no tienen pues ni cabeza. Es un principio del arte, aunque sea que la realidad apenas se sugiera, pero siempre se parte del mundo, de la naturaleza. Con los años, cada vez me he acercado más a la naturaleza. La relación del hombre con la naturaleza, con la vida, con el amor, con el sexo, todo es realidad y todo es vida. Sólo de la mente no sale el arte, solo del corazón tampoco, de la materia sola tampoco, todo es junto da arte. Cuando ves una obra construida de esa manera tiene solidez; porque no hay arte sin unidad. Sin embargo, nunca vas a escuchar hablar de eso. Sólo a mí. Fue Torres el que me enseñó eso. ¿Qué es la estructura de una obra? La construcción de una obra.
Durante muchos años usted se encargó de transmitir esos principios dando clases. ¿Sigue con la docencia?
No, sólo a ése (señala a Claudio Vera- Coelho). Tuve muchísimos alumnos, pero me harté de dar clases porque nadie quiere aprender bien. Hoy en día todo el mundo va corriendo, y el arte nos e puede aprender rápido, es una cosa de tiempo, de edad, de concentración, de un montón de cosas que no hay hoy. Estamos en una época cien por ciento materialista, no hay atmósfera para el arte. Y esa cultura materialista tiene el arte que se merece: horroroso. Ojalá se empiece a reconstruir la atmósfera que se respiraba en los años ´40, la gran época del Uruguay.
Hoy se habla de un nuevo empuje cultural con una generación joven de músicos, artistas, cineastas…
Yo lo estoy observando, hay gente que está tratando de tomar un poco de aquel espíritu, pero eso lleva tiempo. Aunque todavía no hay nada concreto, uno viene de Estados Unidos y se siente maravilloso, porque aquí la gente responde, uno puede conversar, porque aunque la gente no entienda, quieren entender. Allá no encuentras esa gente, nadie se para a escuchar, no les importa, todo lo que sea de orden espiritual no les interesa. No dogo que en 300 millones de individuos no haya algunos con talento, pero no tienen una guía ni una atmósfera para desarrollarlo. Yo no voy a exposiciones, no me interesa nada de lo que se hace hoy, porque no hay nada, nada, nada.
En el campo de las artes plásticas también está esa idea de que todo vale porque todo es arte. ¿Qué opina?
Eso es lo que se dice en todos lados y es una manera de eliminar todo lo que es espiritual. Un día un director de una galería muy importante de Nueva York me invitó a una inauguración. Cuando fui eran todos sobres de correspondencia pegados; el artista dijo que eso era arte, porque todo lo es. Entonces, hasta cuando vamos al baño hacemos arte.
¿Cuál es su actitud, mantenerse ajeno a ese mundo?
Claro. La gente que va de aquí se piensa que todo es fascinante. No sabe que hay miseria, gente que come de la basura, que es un lugar humano como todos. Vienen a mi casa y me dicen “mira como vivís”, “que lindo”, “que bien”. Mi casa y el taller lo hice yo a través de los años, tengo lo que me gusta y nunca compre un mueble. Yo vivo como en Montevideo pero un poco mejor. No me creo necesidades, no tengo nada que ver con eso de comprar y comprar. La televisión es un bodrio, diez minutos de comerciales y cinco de película. Y todo es así, preparado para esa mentalidad.
Entonces, ¿por qué sigue viviendo allí? ¿Nunca pensó en volver?
Porque creé mi mundo. Me fui cuando tenía 40 y pocos años y arme toda mi vida allá. Caí en la trampa y ahora es muy difícil salir. Me gustaría vivir en Uruguay si no fuera porque mi mujer es portuguesa y quiere volverse a Portugal. Habría que separarse de ella, pero es difícil porque la quiero mucho (risas), es un lío bárbaro.
Acá podría tener más clima espiritual, pero con mis discípulos estoy creando ese clima allá. Después del taller de Torres García, es la primera y única gente que he encontrado con la que puedo tener un diálogo espiritual respecto al arte, la filosofía, la literatura, al cine, a todo….tenemos un diálogo permanente. Di clases durante quince años en Nueva York y no pude conseguir ni un discípulo, ni uno que después de una temporada y de aprender a hacer algunas cosas, quisiera saber más.
¿Cómo conoció a Claudio Vera- Coelho, si discípulo?
Fue en Nueva York. E hijo de madre Uruguaya y padre Argentino, pero vivió un tiempo en Colombia y su novia es colombiana. Allá hizo exposiciones e invitó a varios Uruguayos a exponer. En ese contexto le hablaron de mí, del Taller y estaba deseando poder entrar en eso. Como, desgraciadamente, soy el último que puedo darle una idea de lo que fue la época del Taller, me quiso conocer. Había un cuadro mío en Bogotá y él se ofreció para llevarlo a Nueva York. Llegó sin visa y se quedó y se quedó. Hace más de cuatro años que esta estudiando conmigo, ahora esta legal, y tiene una mujer maravillosa que hace cine, y está haciendo un documental sobre mí.
¿Se siente más tranquilo ahora que encontró un discípulo?
Por supuesto, ahora tengo gente afín a mí, porque uno en Nueva York vive solo. Hoy los artistas no quieren tener diálogo con otros artistas, es al revés de todo lo que fue la tradición del arte. Nadie habla de sus cosas y nadie te pregunta nada de tus cosas, nadie te muestra lo suyo ni t pide para ver lo tuyo, es horrible. Antes iba a las fiestas de los artistas y ¿de qué se hablaba? Siempre de cuadros, de galerías, de cuánto valen los cuadros, de mujeres, chistes verdes, no sale de ahí, me aburrió.
¿Cuánto trabajo implica formar un discípulo?
No, que me va a dar trabajo, es un placer. Trabajo es pintar las paredes, limpiar el piso, lavar los platos.
No me diga que eso también lo hace usted.
A veces ellos y otras yo. Ser un artista es ser una persona corriente, como cualquier otro, es la gente la que crea leyendas. Uno es una persona normal que tiene, por suerte, una capacidad, un instinto o una vocación que lo lleva a hacer cosas creativas.
¿Cómo es un día en su vida?
Como el de todo el mundo. Me levanto, desayuno, trabajo, recibo gente, me gusta cocinar, y si es para los amigos más todavía. Uno de los placeres más grandes de la vida es comer, tomar vino, estar enamorado, pintar, esculpir, conversar de cosas hermosas, leer libros bellos…Hace un tiempo estuvimos leyendo a Lorca, a Antonio Machado, ¿ qué tal? Mis alumnos pasan mucho tiempo en casa, a veces les tengo que pedir que se vayan porque quiero dormir. Aquél (señala nuevamente a Vera- Coelho) es terrible, pueden ser la una de la mañana y sigue preguntando.
¿Qué artistas Uruguayos le gustan?
Lo que hace (Gustavo) Serra va muy bien encaminado, y lo de Daniel Batalla también está muy bien. Acá el problema es que no hay maestros, la gente que aprendió con Torres casi toda se quedó haciendo naturalismo y no aprendió lo más esencial. Por el Taller pasaron más de 240 personas y quedaron Francisco Matto Gonzalo Fonseca, José Gurvich, Autos y Horacio Torres y yo. Eso es todo.
En Nueva York, ¿quién se encarga de comercializar sus obras?
La galería de Cecilia Torres. Ahora las cosas se venden solas, un poco porque ya me conocen, y otro poco por la manera en que están resueltas. Cualquiera de esas obras, aunque no sea nada extraordinario, al lado de lo que se hace hoy….En un país de ciegos el tuerto es el rey.
El jueves 2, en la Junta Departamental, recibió el título de Ciudadano Ilustre en Montevideo ¿Cómo se sintió cuando le dijeron la noticia del nombramiento?
En un tema delicado. Tengo mucha simpatía por lo que está pasando hoy, por el gobierno que hay, y eso me hace tener muchas esperanzas. Si fuera otra administración no iría. Odié los gobiernos anteriores, a los 18 años tuve mi credencial y nunca voté porque me parecía que todo era una corrupción. Fueron cien años estropeando y llevándose todo lo que tenía el país y dejando a Uruguay como está hoy. Nunca hubiera aceptado ni ido a algún nombramiento de esa gente. ¿Por qué? Porque ningún gobierno de esa gente se dedicó a promover y ayudar al arte nacional y a los artistas. Lo voy a aceptar con mucho gusto por la situación actual, porque lo que a mí me gustaría es que la gente joven tuviera bebas, pudiera viajar, pudiera ir a estudiar a algún lado, ver el mundo, no quedarse en esta costa chiquita que es Montevideo. Yo me fui por eso y a mí no me ayudó nadie.
Al comienzo de la entrevista dijo que tenía muchas ideas. ¿Sigue creando como el primer día?
Claro, el día que deje de trabajar es porque me voy a morir, si tengo tiempo le aviso.
¿Nunca pensó dejar de trabajar?
¿Cómo voy a dejar de trabajar? Los artistas no dejan de trabajar. El arte par aun artista es el pacer, es la vida, dejar de hacerlo es muerte seguro. A veces me preguntan: ‘¿no te jubilaste?’. Ufff, qué palabra fea.
Sobre mi pintura por Julio Apluy
Nota sobre Julio Alpuy por Gaston Diehl
Nota a Julio Alpuy por Emilio Ellena