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Vila, Teresa
In construction
la
Museo Municipal de Bellas Artes "Juan Manuel Blanes"
Dibujando los '60, exhibición (1998)
El acto gráfico de los sesenta (fragmentos del texto original)
"La década del sesenta fue, en lo concerniente a las relaciones del arte con la vida social, un período de cambios y rupturas culturales situado en un punto de inflexión entre dos tiempos del siglo XX. En Latinoamérica, y particularmente en el Río de la Plata, esta década fue testigo de importantes acontecimientos sociales y culturales que, en Uruguay, dieron lugar a un fenómeno artístico peculiar y complejo. Dibujando los ´60 pretende poner en discusión algunos de sus aspectos más notorios, centrando la mirada en el "acto gráfico", y descartando otra serie de hechos que formaron también parte importante del arte de la década.
Se pretende llamar la atención sobre tres circunstancias que consideramos relevantes:
– en primer lugar, que el grafismo de los artistas abstracto-informalistas cuyo ciclo se sitúa entre 1959 y 1964, abre ciertas compuertas a lo actuado posteriormente a lo largo de la década,
– en segundo lugar, que hay un universo de códigos comunes entre la "nueva figuración" practicada por varios dibujantes, y el desarrollo paralelo del grabado y del diseño gráfico, marcados por cierta tónica lírica y festiva nutrida en la euforia de la época,
– en tercer lugar, que entre 1968 y 1972 (el momento de mayor violencia social y del "arte en la calle"), el "acto gráfico" incluye nuevos compromisos colectivos a través de uan explícita preocupación por el "mensaje", integrando en algunos casos el texto escrito como soporte de la obra, y enfatizando cierta actitud "conceptaulista" en los resultados.
Una suscinta reflexión en torno a estos tres tópicos, puede contribuir a situar las piezas expuestas en el marco de dicho esquema interpretativo:
1• El radical desmontaje de la tradición pictórica que supone la experiencia informalista y matérica entre algunos artistas uruguayos de 1960, trae aparejado una renovación de los códigos y una libertad inédita en el uso de ciertos recursos expresivos (grafismos, superficio métrica, etc..)
2• La "revolución gráfica" que tiene lugar a partir de 1960, comporta una síntesis de estos elementos, no solamente por potenciar en nuevas imágenes aquella experiencia del informalismo, sino por capitalizar también la experiencia creciente en el campo de la ilustración periodística….Este complejo fenómeno constituye, de alguna manera, una respuesta local a problemas sociales y culturales en cierta forma similares a los que posibilitaron el surgimiento del "pop-art" en los Estados Unidos e Inglaterra; es decir, una crítica a la cultura de imágenes propia del mercado (podría hablarse mas bien de una "infiltración" de la primera por parte de esta última).
3• Después de 1968 se acelera el proceso de violencia social y, en ese contexto, hay artistas que fuerzan al límite los presupuestos del lenguaje como "representación".Teresa Vila (autora de los primeros "happenings" en Montevideo) realiza en 1971 su serie de litografías "Las veredas de la Patria Chica", una recopilación crítica de divisas y textos de la época artiguista que actualiza desde el punto de vista político la cuestión de la identidad nacional."
Copyright©2000 Museo Municipal de Bellas Artes Juan Manuel Blanes
"Los olvidados (9): Vanguardista Teresa Vila" by Nelson Di Maggio, La República News (Año 2004).
Los olvidados (9): Vanguardista Teresa Vila
"Si es comprensible el pasaje al olvido de artistas uruguayos fallecidos porque la posteridad no se encargó de revisitarlos a través de exposiciones o en textos monográficos, resulta inadmisible que una personalidad importante aún viva, aunque alejada de la actividad plástica, sea desconocida de varias generaciones y confinada al ostracismo valorativo. Es el caso de Teresa Vila, descollante pintora y grabadora, pionera en los happenings y una adelantada del arte conceptual latinoamericano.
Montevideana de 1931, perteneció a la brillante generación del sesenta (José Gamarra, Nelson Ramos, Jorge Damiani, Carlos Carvalho, Miguel A. Battegazzore) que se había insinuado en la segunda mitad de la década anterior. Como la mayoría de sus compañeros, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes al lado de Norberto Berdía (pintura) y Adolfo Pastor (grabado) para luego continuar con el gaúcho Iberé Camargo. Se familiarizó con el arte actual en las visitas regulares a las bienales de San Pablo como más adelante recogería la influencia del porteño Instituto Di Tella. Debutó en 1955 junto a cuatro egresadas de la ENBA en 1955, dejando firme su talento veinteañero, confirmado en la pequeña individual del 57 en Club de Teatro y en las siguientes de 1961 en Amigos del Arte y en 1964 en el Instituto General Electric, la más reveladora y a partir de la cual se incorporó a la historia del arte nacional. Mientras tanto, ya casada con Carlos Carvalho, trabajó en bocetos y escenografías para piezas teatrales y de ópera y ballet ( Sodre, Comedia Nacional, Teatro Independiente) entre 1958 y 1960. Esta experiencia por variados escenarios y su discordancia con los directores que la impulsaban a escribir sus propios textos en razón de las audaces ideas que ponía en circulación, la conducirían a elaborar los primeros happenings por un artista uruguayo. Antes, recorrió la abstracción y la semifiguración con una irradiante energía en el trazo dramático que se enroscaba y desenroscaba en trazos circulares que se convertían en manchas surcadas por alguna nota de color rojo, en metáforas de una inquietante realidad que capturaba la conflictiva, galopante transformación social en la cual los estudiantes, junto con los trabajadores, adquirirían un protagonismo de inusual incidencia política y mediática. Tiempos tormentosos se aproximaban.
En 1964 Teresa Vila intentó una experiencia grupal, interdisciplinaria, que no resultó. El ambiente todavía no estaba preparado para ello, emprendiendo un redimensionamiento ontológico, formal y estético del arte que la conducen a nuevas formas de expresión. Recordó que desde niña, su padre la llevaba a los museos históricos y la hablaba de las tradiciones, de la colección de monedas, de los símbolos patrios, despertándole un amor al terruño. Le pareció lógico trasmitir esa sensación a los demás. Dejó a un lado las exposiciones e investigó en museos y bibliotecas, en una apasionante búsqueda de documentación que le llevó un par de años. Una vez obtenidos los datos necesarios, ricos en sugerencias, fue necesario ordenar el material y encontrar la transposición al terreno artístico. Las obras futuras serían austeras y sin color y, cuando lo incorpore, tendrá un estricto simbolismo, acorde con el tema: el azul-celeste exaltará el amor a la patria, el rojo carmesí a las golillas partidarias, si una bandera llega a ser roja en 1819 significaba guerra a muerte, total, pues entendió que el cromatismo en los símbolos nacionales no es un hecho gratuito.
Los happenings, que prefirió denominar "acciones con tema", nacieron de la experiencia escénica para convertirlo en un acto litúrgico. En Galería U del edificio Ciudadela, el público la acompañaba en un ritual que salía al exterior y en el Colegio de los Vascos, repartía paquetitos con textos para ser leídos. De ahí pasó a su obra mayor, Las veredas de la Patria Chica, de ese mundo nuevo que empezó a forjar el artiguismo ayer. El largo título se plegó con facilidad a las intenciones de la creadora a través de 30 dibujos en tela y papel (que luego pasaría a grabado en una carpeta de siete imágenes litografiadas) ejecutadas a la carbonilla y barra litográfica, inventando una imaginería auténticamente nacional, inseparable del contexto histórico y cultural del país. Pues la metódica investigación que realizó, descubrió los espectáculos teatrales de Bartolomé Hidalgo, los "unipersonales", de filiación hispánica, actos de exaltación patriótica, con intervención de los asistentes a la Casa de Comedias que contribuyó a sus acciones con tema. En las Veredas..., las baldosas grises de cemento acanaladas, rotas, heridas y manchadas, deterioradas por el tiempo y los hombres, que todavía tapizan las ciudades uruguayas (una veces colocadas planas, otras en perspectiva) son transparentes en su significado: registran el deterioro de siempre, son las anchas veredas de hoy por las que transitaron las gestos memorables de ayer. Por encima de ellas, de esas grietas visibles de los muros carcomidos, resplandecen, agitadas y victoriosas, escarapelas, lanzas, escudos y divisas patrióticas. La relación entre texto e imagen fluye con la evidencia de un silogismo, desde el pecho-cerro, fuerza nutricia de la rebelión, casi volcánico, que lanza y despliega con envolvente energía las consignas revolucionarias, para detenerse en algunos hechos significativos de la Historia: la abominable guerra de la Triple Alianza, el Sitio de Paysandú, el proceso federal rioplatense, las hazañas de Felipe Varela, el montonero catamarqueño, la insurgencia de Aparicio Saravia, así como deja registrado los nombres de traidores y perseguidores de Artigas (Elío, Bartolomé Mitre).
Pocas veces la sobriedad fue tan intensa en la historia del arte nacional, pocas veces la alianza entre escritura e imagen, consiguió una coherente lectura en una expresión inteligente, lúcida, reflexiva, realizada en el momento oportuno, cálidamente solidaria, demoledora de hipócritas mentiras colonialistas. En esa agitación de divisas, banderas floridas, soles que lloran la vergüenza de la guerra con el Paraguay, Teresa Vila junta los nombres de los revolucionarios de ayer y de hoy, de siempre, para unirlos en un solo haz de significaciones que vuelve a actualizarse en el glebalizado siglo XXI. Curiosamente, Teresa Vila, en coloquios y exposiciones internacionales (un ejemplo impar actual es Utopías invertidas, capítulo Críptico y comprometido, en el Museo de Houston, Estados Unidos, instrumentada por dos curadores que escuchan voces interesadas), no es invitada o mencionada, ocupando su lugar los que creen reescribir la historia latinoamericana de las vanguardias desde un unidimensional criterio. Claro, esta formidable creadora se aisló a partir de 1974, luego de frustrante viaje a México, ante la incomprensión de los poderosos y vive con limitaciones económicas terribles, orgullosa en su desafío ante quienes aún hoy, la ignoran con soberbia intelectual imperdonable.